Viaje a Austria y Baviera (2ª parte).

Hola a todos! Aquí estoy de nuevo, para acabar de contaros nuestro viaje por Austria y la región de Baviera. Lo último que os había contado era nuestra estancia en Salzburgo, que como ya os he contado, me pareció una ciudad preciosa, y superacogedora. Nuestra siguiente parada era Viena, una de las ciudades que más ganas tenía de conocer y que por fin pude cumplir.

Viena está lejos de Salzburgo, a unos 300 kilómetros y para hacerlo un poco más llevadero decidimos buscar un punto entre ambas ciudades, para pasar la mañana y conocer más lugares. Estuvimos en Gmunden, una ciudad del estado de Alta Austria a orillas del Traunsee donde suelen pasar sus vacaciones los austriacos. Su principal actractivo, además de los maravillosos paisajes del lago rodeado por montañas, es el Schloss Ort, un bonito castillo construido en un islote sobre el lago. Allí pasamos un ratito admirando el paisaje antes de volver al pueblo para visitarlo.





Después de comer, continuamos viaje hasta Viena, donde llegamos a nuestro hotel a media tarde. Nos alojamos en el Arthotel Ana Prime, un hotel bastante céntrico muy cerquita del Naschmarkt. Tras descansar un poquito nos fuimos caminando hacia el centro. Nuestra primera parada fue precisamente el Naschmarkt, el mercado callejero más conocido de Viena, lleno de coloridos puestos de comida, de especias, etc.



Tras un corto paseo llegamos a la Ópera, uno de los lugares que más ganas tenía de ver. El edificio es impresionante y aunque estaba cerrado, pudimos admirar el edificio desde fuera y asomarnos un poquillo por una de las puertas para ver el interior.



Junto al edificio de la Ópera, se encuentra el  Hotel Sacher, y como no, hicimos la pertinente cola para poder disfrutar de la famosa Tarta Sacher. Una verdadera exquisitez. Toda una experiencia culinaria y que no podíamos dejar de probar.




Nuestra idea era poder ir por la noche al Prater, el parque de atracciones más antiguo del mundo, un plan muy recomendable si visitáis la ciudad con niños, así que estuvimos dando un paseo por el centro antes de coger un tranvía que nos llevara hasta allí. La entrada al Prater es gratis, sólo pagas por las atracciones en las que subes. Allí está la noria de 60 metros, uno de los símbolos de la ciudad. Además hay un montón de restaurantes y locales dónde poder comer. 



Al día siguiente, tocaban las visitas culturales. Como íbamos con la peque, teníamos que seleccionar un poco que ver, ya que ella se cansa, por lo que decidimos visitar el Palacio de Hofburg y los jardines del Palacio de Schönbrunn. Me gustaría haber visitado el Palacio de Belvedere, donde se encuentra el famoso cuadro El Beso, de Klimt, pero tendrá que ser en otra ocasión. Nuestra primera parada como os he dicho, el Palacio de Hofburg, el palacio de invierno de los emperadores Francisco José y Elisabeth, más conocida como Sissi. Un palacio impresionante en el que pudimos visitar los apartamentos imperiales, el Museo de Sissi y la platería de la Corte. Con la visita te dan una audioguía que te va explicando todo fenomenal.




Tras la visita, nos fuimos hasta la Rathaus Platz, dónde está ubicado el ayuntamiento de la ciudad y dónde había un escenario y un montón de foodtracks, ya que se estaba celebrando un festival de cine en el centro de la ciudad. 




Volvimos a coger el coche para dirigirnos a nuestro siguiente destino, el Palacios de Schönbrunn, el palacio de verano, dónde pudimos visitar sus fabulosos jardines, muy parecidos a los de Versalles, un lugar precioso presidido por el gran palacio de fachada amarilla. Una vista imprescindible.





Hacía mucho calor y en algún sitio leímos que en la isla del Danubio, existían playas dónde poder bañarte en el río, tomar algo, zonas infantiles etc, así que nos fuimos para allá. Encontramos un restaurante, en el que pagando 3 euros por persona, podías entrar a la playa. Allí estuvimos dándonos un chapuzón y comiendo, antes de volver al hotel.




Por la tarde noche, tocaba seguir conociendo el centro y estuvimos en la  Catedral de San Esteban, en el Barrio Judío, Ringstrasse dónde está el parlamento, Kärntner Strasse, una de las calles más comerciales de la ciudad, el reloj de Hoher Markt, etc. El centro es precioso y todo lleno de edificios impresionantes. Así terminábamos nuestra visita a Viena, ya que a la mañana siguiente salíamos hacia Munich, nuestra última parada antes de volver a casa.








De Viena a Munich hay un trayecto de 400 kilometros. En esta ocasión decidimos hacer la parada en la ciudad de Passau, ya en Alemania, en el estado de Baviera, la ciudad dónde se juntan los ríos Danubio, Eno e Ilz y considerada como una de las ciudades más bonitas de Europa. Dónde se juntan los tres ríos, se puede apreciar el cambio de color del agua, siendo el Danubio azul, el Eno verde y el Ilz negro. Es muy curioso y perfectamente visible. Muy recomendable visitar esta ciudad.







Tras un paseo por sus calles y la comida, tocaba continuar viaje hasta nuestro destino, Munich. Tras alojarnos en el hotel, a la vuelta de Karlsplatz, en pleno centro, nos fuimos a patear la ciudad. Todo el centro es peatonal, con lo cual la calle está llena de gente y además el centro es impresionante. Nuestra primera parada la Marienplatz, dónde se encuentra el ayuntamiento de la ciudad y los alrededores de la misma. Ya era tarde y no pudimos ver el famoso carrillón, cosa que decidimos que sería lo primero que haríamos al día siguiente, ya que sólo funciona a determinadas horas.






Nuestra intención era cenar en la Hofbräuhaus, una de las cervecerías más famosas del mundo. Un lugar espectacular, con una banda de músicos bávaros tocando y por dónde cada día pasan miles de personas para probar su cerveza y las especialidades de la cocina bávara. Después de cenar y tras disfrutar de un paseo nocturno por la ciudad, tocaba descansar para poder disfrutar de la última mañana antes de volver.





Como os decía, queríamos ver el famoso carrillón, y esa fue la primera parada. Es realmente bonito y merece la pena. Es una de las atracciones turísticas más famosas de Munich y esperando a que funcione puedes ver a miles de personas debajo del ayuntamiento.



Tras ver el carrillón, no quería dejar pasar la ocasión de conocer el Viktualienmarkt, un mercado enorme con cientos de puestos donde comprar fruta, quesos, flores, etc., degustar productos o beber cerveza en su biergarten. Realmente recomendable la visita. Aquí nos tomamos un rico bocata de leberkäse o pastel de carne, típico de esta región.







Antes de salir hacia el aeropuerto estuvimos paseando por la ciudad visitando la Dom, la Residenz o el antiguo palacio imperial, el antiguo ayuntamiento, Maximilianstrasse, etc. Antes de irnos pude entrar en Allois Dallmayr, una impresionante tienda gourmet y restaurante, en la que te apetece llevarte todo y que me apetecía mucho visitar.






Como veis, el viaje ha dado mucho de si, hemos visitado muchos sitios y ha sido uno de los mejores viajes que hemos hecho. Ahora toca volver a la rutina de los trabajos, el cole, etc., pero mientras, buscar nuevos destinos dónde viajar. Espero que os haya gustado y hayáis disfrutado con los dos post de nuestro viaje y os sirvan las recomendaciones para viajes futuros.

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